Las ventajas del sexo después de los 50


Además de los síntomas fisiológicos que experimenta el cuerpo de cualquier mujer cuando ronda los 50, y que cada una siente antes o después, con mayor o menor intensidad; existe otra batalla, en ocasiones más sangrienta, que es la de encajar todos los estereotipos, clichés y amenazas que la sociedad todavía guarda para este momento de la vida femenina. No solo perderemos nuestras hormonas, sex appeal, libido, secreciones vaginales, capacidad para dormir la noche de un tirón y sensibilidad al frío, sino que nos convertiremos en seres irritables, malignos y mentalmente inestables. Sin contar con que determinadas enfermedades, como el cáncer de mama o la depresión, penderán sobre nuestras cabezas como espadas de Damocles, para conseguir convertir nuestra existencia en un infierno en vida.
Pero no todas las mujeres que llegan a esta edad se conforman con este panorama tan desolador, y la prueba de que vivimos todavía en una sociedad machista, es el hecho de que a aquellas que pretenden seguir disfrutando de la vida y el sexo tras su última regla -como hacen los hombres hasta que su cuerpo se lo permita y además con el adjetivo de ‘interesantes’–, se les pone el apodo de menopaúsicas rebeldes. La francesa Thérèse Clerc fue una de las máximas representantes de este movimiento y falleció hace tan solo unos días, el pasado 16 de febrero, a los 88 años de edad. Militante feminista durante toda su vida, Clerc creó The Baba Yaga House, un espacio donde mujeres mayores conviven juntas, se cuidan unas a otras y comparten actividades y proyectos de carácter artístico, político o social.
Thérèse fue también la protagonista de Rebel Menopause, una película de Adela Tulli, que pretendió retratar el otro lado de ese declive personal y social, que se supone que el género femenino debe afrontar cuando pierde su facultad de ser madre. “Las mujeres mayores experimentan una doble exclusión”, cuenta Tulli, “primero por ser mujeres y luego por ser mayores. Lo que hace difícil que aborden el proceso de envejecimiento de una forma plena y alegre. Vivimos en sociedades obsesionadas con la juventud y belleza, donde los cuerpos de las mujeres son expuestos y objetivizados, pero solo cuando cumplen los estándares requeridos. Tras la menopausia, las mujeres se vuelven invisibles, aparecen menos en los medios de comunicación y se enfrentan a numerosos y negativos estereotipos. La idea de mi película es mostrar el lado contrario, un punto de vista alternativo a la vida de una posmenopaúsica, retratando a una mujer que rechazó las premisas impuestas y apostó por la creatividad y alegría de vivir. Rebel Menopause muestra a Thérèse en sus 85 años, con sus ambiciones, deseos, proyectos y planes para el futuro. Como ella decía, “envejecer puede ser maravilloso y una etapa de completa libertad”.
Entre los muchos blogs que pululan por la red y que brindan información y consejos a aquellas que experimentan este terremoto existencial, uno de los más interesantes es el del Rosa María Benito-Moreno, titulado Menopausia. Lo que nadie te dice, Creencias, asunciones, tabúes. En él, esta escritora y doctora en biología por la Universidad de Viena, que ha trabajado en proyectos de investigación en diferentes países europeos, analiza detalladamente esta etapa desde diversos ángulos. Con una perspectiva puramente evolucionista se pregunta, “¿qué sentido biológico tiene la existencia de hembras de mamífero que pueden vivir entre treinta y cincuenta años sin capacidad reproductora?”. Según esta bloguera, la naturaleza guarda, tras la etapa reproductora, otra de líder para muchas hembras de diferentes especies, las más evolucionadas. Las manadas de elefantes, por ejemplo y según este blog, “están bajo la guía de una matriarca de avanzada edad. Ésta tiene un conocimiento del medio y los recursos, de la educación de los jóvenes y de la resolución de problemas, que va trasmitiendo al resto de las hembras adultas de la manada. Esta estructura matriarcal aparece en muchos animales inteligentes que viven en comunidad (ballenas y delfines), y parece ser ventajosa para la supervivencia del grupo y para la evolución de la inteligencia de la especie”.
Nuestra especie, la humana, no demuestra demasiada inteligencia, por eso se sigue gobernando por machos o por mujeres que llegan al poder y copian el modelo de liderazgo masculino, lo que contribuirá a su extinción. Pero, de momento, la biología sigue preparando a las hembras, tras su periodo fértil, para que empiecen a tomar los mandos. Según Benito-Moreno, los cambios hormonales producen también modificaciones en la estructura cerebral. “Las hormonas androgénicas (como la testosterona) disminuyen en total, pero su porcentaje en relación a los estrógenos/progesterona aumenta apreciablemente, por lo que la mujer, por primera vez en su vida, tiene la cantidad de testosterona adecuada para actuar como líder de forma natural”. Las emociones poco “femeninas” que aparecen en esta etapa, no son sino las que los hombres tienen toda su vida. Pero es normal que si alguien ha cuidado siempre a los hijos, ha lavado cada día los platos, ha dejado que el otro tome la iniciativa entre las sábanas y, además, lo ha hecho todo con una sonrisa; si, de repente, intenta cambiar las reglas hacia un modelo más democrático, sea tachado de rebelde e, inmediatamente, se busque una cura farmacológica para sofocar este levantamiento.
La prueba del peso de los valores culturales y sociales –además de factores genéticos, étnicos y de alimentación– en los síntomas de la menopausia, es el hecho de que las japonesas no experimentan sofocos, a las suecas no se les baja la libido y para las marroquíes, según Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona y directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, “la menopausia representa la mejor época de sus vidas, puesto que empiezan a tener más poder y se les permite salir solas, como hacen los hombres”.
Una sexualidad diferente, para muchas, mejor
Este afán por cambiar las normas y por replantearse cada parcela de su existencia inunda también el dormitorio, con no pocos daños colaterales. Marisa, 62 años, Palma de Mallorca, confiesa que su mejor etapa sexual empezó a partir de los 50, tras pasar una difícil época de ajuste con los cambios fisiológicos y hormonales que experimentaba su cuerpo. “Yo fui una de esas mujeres que tienen todos los síntomas y más: sofocos, jaquecas, irritabilidad, cambios de humor, insomnio… Aunque no era partidaria de la terapia hormonal, estaba ya decidida a hacerla, aunque el médico me la desaconsejó porque mi madre había tenido cáncer de mama. Así que tuve que recurrir a la fitoterapia, pero lo que realmente me salvó fue conocer a alguien y reiniciar mi actividad sexual, tras unos años en dique seco”. Sequedad es una palabra muy apropiada porque está asociada a la vida erótica de la mujer en sus cincuenta. Según Marisa, “poner de nuevo en marcha al engranaje del sexo no fue fácil y, seguramente, contribuyó a que las ventas de lubricantes aumentasen considerablemente, pero luego te das cuenta que la mayoría de esos síntomas tienen un origen mental, psicológico o provienen del miedo. Es verdad que los bajos niveles de estrógenos afectan a la mucosa vaginal, pero esa deficiencia puede suplirse con la pasión, ilusión y hasta experiencia. Al final ya no necesitaba tantos lubricantes y, desde el punto de vista sexual, fue la mejor etapa de mi vida. No esperas a que las cosas lleguen a ti, sino que vas a por ellas”.
Resulta curioso como todos tenemos el cliché de la menopáusica en nuestro disco duro, pero muy pocos conocen el hecho de que el hombre puede pasar por una época similar, entre los 60 y los 65 años, con una sintomatología muy parecida a la femenina –sofocos, cambios de humor, estado de ánimo depresivo, insomnio, dolores musculares, osteoporosis…–, lo que se conoce como el síndrome de déficit de testosterona del varón maduro. Según Ana María Segura Paños, andróloga, responsable de la Unidad de Andrología del Hospital General Universitario de Alicante y de la clínica andrológica Vistahermosa, en Alicante, “este cuadro se da solo en un 20% de los hombres mayores de 60, y se debe a una disminución de la testosterona. Existe también un tratamiento para los casos más agudos, con terapia hormonal sustitutiva”.
Como en todo, uno puede centrarse en la parte medio vacía o medio llena de la botella. Desde el punto de vista biológico, según Francisca Molero, “hay un síndrome de abstinencia y los cambios hormonales pueden provocar muchas molestias, pero existen también malinterpretaciones. Como, por ejemplo, en el tema de la osteoporosis, que depende de la masa ósea que la mujer haya formado hasta los 35 años. En cuanto al sexo, en esta época hay que ser especialmente cuidadosos con la salud genital. Usar hidratantes vulvares y, si es necesario, tratamientos hormonales locales, en forma de cremas u óvulos, que mejoran la mucosa vaginal”.
Los problemas en la cama no siempre provienen del ala femenina, sino que, en el caso de parejas heterosexuales, pueden ser causa del hombre, como apunta Molero. “En esta edad la respuesta sexual cambia, se ralentiza y necesita de más estímulos de calidad. Algunas veces el hombre, que también empieza a tener sus años, acelera el proceso por miedo al gatillazo, o se salta los preliminares, lo que hace que la relación sea menos placentera. Sin contar con que la falta de lubricación afecta también al órgano sexual masculino. Pero se disponen también de más armas y yo diría que es una etapa vital clave en la vida de la mujer”, comenta esta sexóloga.
Hace algún tiempo The Huffington Post publicaba un artículo titulado 12 Reasons sex is better after 50 en el que apuntaba varias razones por las que el sexo puede ser mejor en este periodo. Entre ellas: el camino se vuelve tan importante como la meta, se pierde el miedo atávico a aquedarse embarazada, se aprende a ‘trabajar’ incluso con pequeñas distracciones, se abandona el afán de ser y estar perfecta y uno, puede que porque dispone ya de menos tiempo, va directamente al grano y pide lo que le gusta. No se ustedes, pero yo me propongo pasar a la historia como, lo que la sociedad llama una vieja loca, rebelde y seguir manteniendo una sana actividad de cintura para abajo. Aunque eso beneficie a la industria de los lubricantes e hidratantes de la susodicha parte.

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