El virus del papiloma humano



El virus del papiloma humano puede no provocar síntomas, lo cual no significa que no se haya producido la infección. En la mayoría de los casos la infección es transitoria y desaparece naturalmente. Entre un 3-10 % de las mujeres infectadas por los VPH de alto riesgo, la infección se vuelve persistente y tienen más riesgo de desarrollar cáncer en el tracto genital. En estos casos, otros factores aumentan las posibilidades de lesiones precancerígenas o cancerígenas, entre ellos ser fumadora, haber usado anticonceptivos durante más de cinco años o tener infección por VIH, entre otros probables.
En caso de que la infección se manifieste, lo más habitual es que aparezcan condilomas o verrugas genitales tanto en el hombre como en la mujer, aunque las manifestaciones dependen del serotipo de VPH; unos pueden afectar solo a la piel y otros a las mucosas y entre estos últimos unos pueden ser de riesgo y producir cáncer y otros de bajo riesgo solo producen verrugas.
Las verrugas genitales, dependiendo del serotipo, pueden evolucionar hacia enfermedades más graves. Si la infección por VPH no se trata y el sistema inmunitario es incapaz de contrarrestar la infección, pueden desarrollarse diversos tipos de cáncer: cervical, de vulva, de vagina, de ano o de pene.
El más habitual es el cáncer cervical, el cual no suele manifestar síntomas en su estadio inicial, aunque a veces también permanece asintomático hasta sus estadios más avanzados o hasta que ha invadido otros tejidos u órganos. Por ello, es muy importante la prevención y la detección precoz, a través de programas de cribado en mujeres asintomáticas con una citología.
Si se dan síntomas, estos pueden ser los siguientes:
  • Flujo vaginal con mal olor y con presencia de sangre.
  • Flujo marrón o parduzco tras mantener relaciones sexuales.
  • Hemorragia inusual, o hemorragia fuera del ciclo menstrual o tras el climaterio.
  • Dolor pélvico, abdominal o de espalda de origen desconocido.
  • Dolor durante el coito.
  • Piernas hinchadas (por ejemplo, tumefacción en una sola).
  • Dolor y escozor al orinar.
  • Dolor al defecar.
El virus del papiloma humano puede no provocar síntomas, lo cual no significa que no se haya producido la infección. En la mayoría de los casos la infección es transitoria y desaparece naturalmente. Entre un 3-10 % de las mujeres infectadas por los VPH de alto riesgo, la infección se vuelve persistente y tienen más riesgo de desarrollar cáncer en el tracto genital. En estos casos, otros factores aumentan las posibilidades de lesiones precancerígenas o cancerígenas, entre ellos ser fumadora, haber usado anticonceptivos durante más de cinco años o tener infección por VIH, entre otros probables.
En caso de que la infección se manifieste, lo más habitual es que aparezcan condilomas o verrugas genitales tanto en el hombre como en la mujer, aunque las manifestaciones dependen del serotipo de VPH; unos pueden afectar solo a la piel y otros a las mucosas y entre estos últimos unos pueden ser de riesgo y producir cáncer y otros de bajo riesgo solo producen verrugas.
Las verrugas genitales, dependiendo del serotipo, pueden evolucionar hacia enfermedades más graves. Si la infección por VPH no se trata y el sistema inmunitario es incapaz de contrarrestar la infección, pueden desarrollarse diversos tipos de cáncer: cervical, de vulva, de vagina, de ano o de pene.
El más habitual es el cáncer cervical, el cual no suele manifestar síntomas en su estadio inicial, aunque a veces también permanece asintomático hasta sus estadios más avanzados o hasta que ha invadido otros tejidos u órganos. Por ello, es muy importante la prevención y la detección precoz, a través de programas de cribado en mujeres asintomáticas con una citología.
Si se dan síntomas, estos pueden ser los siguientes:
  • Flujo vaginal con mal olor y con presencia de sangre.
  • Flujo marrón o parduzco tras mantener relaciones sexuales.
  • Hemorragia inusual, o hemorragia fuera del ciclo menstrual o tras el climaterio.
  • Dolor pélvico, abdominal o de espalda de origen desconocido.
  • Dolor durante el coito.
  • Piernas hinchadas (por ejemplo, tumefacción en una sola).
  • Dolor y escozor al orinar.
  • Dolor al defecar.

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