Cómo tener una vida sexual plena en la tercera edad


Para mantener una vida sexual activa y satisfactoria en la tercera edad es necesario, en primer lugar,  saber que es la tercera edad, normalmente asimilamos la tercera edad a la etapa en la cual nos jubilamos, pero aqui nos referimos a la tercera edad biologica, es decir el momento en el que se tiene la menopausia en el caso de las mujeres y la andropausia en caso de los homnres, en segundo lugar conocer qué alteraciones sufren las personas en esta etapa asi como las limitaciones personales, que pueden ser de dos tipos: fisiológicas o patológicas. Las primeras son aquellas que se producen durante el envejecimiento y, tal y como explica el Dr. Martín Ciancas, es clave conocer sus efectos, entender y comprender los cambios, para poder seguir disfrutando del sexo.

Por su parte, las alteraciones patológicas se deben a enfermedades que pueden presentarse en cualquier momento a lo largo de la vida, pero que son más frecuentes a medida que nos hacemos más mayores. En estos casos, consultar con un médico y recibir un tratamiento adecuado es la mejor forma de actuar.
El urólogo Fernández Rosaenz opina que “mantener la actividad sexual es recomendable para la salud y contribuye a una mejor condición física y anímica, ya que mantiene procesos hemodinámicos y sensitivos que mejoran la vitalidad y la longevidad”. En lo que también coinciden todos los expertos es en la necesidad de conocer los cambios que se producen en el cuerpo humano, y ser conscientes de ellos para adaptar los hábitos sexuales y poder seguir disfrutando del sexo como cuando se era joven.

Sexo seguro en la tercera edad


Muchos mayores se preguntan hasta qué punto puede ser seguro practicar sexo en la tercera edad. Y es que no es raro oír extraños casos de personas que han muerto mientras mantenían relaciones sexuales. Aunque es cierto que puede ocurrir, son casi leyendas urbanas, puesto que el esfuerzo que supone un coito es similar al de subir dos pisos andando; si el corazón no se desboca subiendo escaleras, tampoco lo hará en la cama. No obstante, ante posibles dudas, y sobre todo en el caso de pacientes con enfermedades cardíacas, el especialista informará cuándo es posible reiniciar la actividad sexual tras un episodio cardiovascular y, en caso necesario, recomendará una prueba de esfuerzo.
Las enfermedades más comunes que pueden afectar a la sexualidad son las relacionadas con el aparato circulatorio, como la hipertensión, la diabetes, la angina de pecho, el infarto de miocardio, la hipercolesterolemia, la trombosis, la arteriosclerosis, etcétera. Y los fármacos para tratar estas u otras patologías también pueden tener consecuencias negativas sobre la vida sexual, ya que algunos efectos secundarios pasan por la alteración de la libido, o cambios en las condiciones de vasodilatación y del flujo sanguíneo.
Para mejorar la actividad sexual cuando se plantean problemas, hay que acudir al médico especialista, que es el que mejor puede ayudar al afectado. Hay diversas soluciones, y las terapias se deben individualizar atendiendo a las características propias del paciente, para que no haya contraindicaciones con los medicamentos que quizá deba tomar esa persona para tratar alguna patología.

Por lo tanto, liberarse de la vergüenza y preguntar en la consulta cómo arreglar determinado problema sexual es clave y, de esta manera, se evitará también adoptar pautas que incluso pueden poner en riesgo la vida del paciente (por ejemplo, algunas pastillas para la disfunción eréctil son incompatibles con cierta medicación prescrita para patologías cardiovasculares).
Y es que los tabúes culturales o el pudor a hablar de ciertos temas que se consideran muy íntimos, hacen que mucha gente decida automedicarse para tratar de solucionar sus problemas. El récord de automedicación lo tiene, sin duda alguna, la disfunción eréctil, que desgraciadamente ha generado un peligroso negocio a su alrededor; cada año se venden (sobre todo por Internet) pastillas falsas contra la disfunción eréctil que suponen unos 3.500 millones de dólares.

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